viernes, octubre 05, 2007

Teatro como en el teatro

FALTA POCO PARA QUE EL PUEBLO DE TRES ARROYOSINAUGURE SU IMPONENTE TEATRO

Teatro como en el teatro
Falta poco para que el pueblo de Tres Arroyos inaugure su imponente teatro. Está cobrando forma definitiva en Moreno 635, en lo que fuera el antiguo Mercado del Plata. En el lugar, aún sin telón, sin alfombras, sin butacas, el sueño que parecía eterno va camino a ser realidad. En "El Periodista", la crónica de una obra que merece ser aplaudida de pie




Cargados de adrenalina, los acróbatas se apropian del espacio y dibujan destrezas de una forma bella y conmovedora. Las luces encuentran formas y colores. La música inunda la sala, los cuerpos en movimiento exploran el escenario, la danza y el arte despiertan la fiesta de los sentidos en un público sensible que colma la sala. Son señales inequívocas que el teatro vive. Aún no hay telón, ni alfombras, ni butacas, pero el sueño que parecía eterno se encamina a una realidad definitiva. Así lo sintió la gente que a principios de setiembre se ubicó en las gradas del Teatro Municipal para deleitarse con "Sanos y Salvos", la original experiencia artística creada por Gerardo Hochman y compañía La Arena, consolidado como uno de los mejores espectáculos del país. Fue el clima ideal para que los espectadores sientan suyo un espacio que les pertenece. Desde hace doce años fueron y son los propios tresarroyenses los cimientos de esta empresa y los que mantienen vivo el espíritu del teatro asistiendo a cada espectáculo organizado por la Comisión Amigos del Teatro Municipal. Ese día fue la presentación en sociedad de los avances de una obra que vive y se desarrolla de la comunión de un alma colectiva: el corazón del público que no la dejó morir.
Sala imponenteLa sala que va tomando cuerpo ladrillo a ladrillo, en avenida Moreno 635, es imponente. Persigue un estilo moderno, preservando la estructura del antiguo edificio y rescatando las columnas de fundición sobre las cuales descansaba el antiguo mercado. La fachada original fue restaurada y se conservó la leyenda "Mercado del Plata" grabada en bajorrelieve. La sala, aislada del exterior para evitar perturbaciones sonoras, tiene una altura que representa un edificio de cinco pisos. Fue concebida con desniveles que permiten desde cualquier sector una excelente visibilidad y relación acústica. En el hall se ubica la boletería, los baños y a través de rampas, adaptadas para discapacitados, se accede a la sala principal que tiene una capacidad de 440 espectadores y balcones laterales. El escenario abarca todo el ancho del terreno, con dimensiones ideales conocidas en la jerga teatral como "bombonera", que acorta la distancia entre el público y los actores permitiendo la cercanía e interacción que se da en muy pocos teatros. En la parte baja, justo debajo del escenario, se ubican los camarines con detalles en mármol y espejos de grandes dimensiones. Es un espacio flexible para el desarrollo de distintas actividades. Porque el proyecto no solo contempla la puesta en escena de números teatrales sino que pretende instituirse como un centro cultural, donde la actuación, la música, la danza, las escuelas y talleres de distintas disciplinas encuentren ahí su refugio.

Amigos del teatro


La iniciativa de recuperar un teatro del pueblo surgió de la Comisión de Amigos del Teatro que se formó cuando Perla Villanueva, una de las promotoras de su creación, era Directora de Cultura del Municipio. La idea era restituir al pueblo el viejo teatro, que paradójicamente fue demolido sin que se previera una alternativa mejor. "Creo que el gusto del teatro se lo debo a mi papá, que me llevaba al Teatro Español y la ceremonia terminaba cuando saludaba a los artistas en el camarín", mencionó Perla y se emociona ante el recuerdo. Lejos de instalarse en la añoranza se puso a la cabeza del proyecto para recuperar una sala teatral para la ciudad. "Le pedí a Ricci que me diera permiso para formar una comisión. Empezamos a hablar con unos amigos y se formó una comisión de quince personas presidida por Elvira Simonetti. Es una comisión que está en continuo movimiento. Algunos quedaron en el camino, con los años se fue sumando gente y estamos abiertos a quien se quiera incorporar para trabajar por el teatro". La misión primigenia fue reconquistar la figura del teatro como un espacio de todo y para todos. En ese entonces se encontraban en venta los mercados mayoristas y el viejo Mercado del Plata era el último lugar disponible para devolver a la gente una sala que pusiera a salvo las expresiones de la cultura. El edificio fue cedido en comodato por el municipio a la Comisión por un lapso de treinta años para ser afectado al futuro teatro. A mediados del ´90 la idea de la obra se presentó ante el Colegio de Arquitectos donde surgieron los bocetos del futuro teatro. Fueron tres proyectos elaborados por los arquitectos Roberto Messa, Horacio Calletti, José María Menna, José María Gonzáles Ueltzen y Hugo Bassi. El primero era un estilo underground que no se adaptaba a las características del público local. El otro proyecto era más fastuoso, contemplaba dos salas y una estructura compleja que lo hacía más costoso. La alternativa aprobada fue un plan intermedio que reunía un estilo clásico con resoluciones modernas.

Obra con intérvalos
Con ese plan se inició la edificación hace doce años. Desde entonces la actividad para crear y desarrollar el teatro se tornó una pasión de luchadores constantes que trabajan para concretar el sueño de ver los telones en alto, los actores en acción y sentir el aplauso de un público sensible a un arte que sale de bambalinas con la misión de alimentar el espíritu.A fuerza de corazón y empeño el esfuerzo fue constante para llegar a la última etapa del proyecto, que más de una vez se vio paralizado por la crisis económica, la falta de apoyo oficial y el sacrificio que implica poner en cartelera un espectáculo. La falta de recursos hizo que la construcción se efectuara en etapas discontinuas, juntando cada peso a pulmón a través de espectáculos que mantuvieran viva la presencia del teatro. Lo más paradójico es que siendo un Teatro Municipal, las instituciones oficiales en general han aportado subsidios menores, y el resto lo hizo el esfuerzo del pueblo. "A veces uno se desmoraliza. El apoyo nos lo da la gente de Tres Arroyos y el teatro tendría que llamarse teatro de Tres Arroyos. Porque la plata salió de la gente y por eso la gente lo siente suyo".
Continuará…
Hace seis años, el productor teatral Carlos Rottemberg vino a la ciudad con Linda Peretz a presentar la obra "No seré feliz pero tengo marido" en el auditorio Manyanet. Se sorprendió al encontrar un pequeño cartel pegado en un quiosco: Asociación Amigos del Teatro Municipal. Empezó a indagar dónde estaba el teatro y salió a buscarlo. Así se vinculó con la Asociación y desde entonces brindó su respaldo. "El escribió en La Nación un artículo llamado "La cultura si importa", nos regaló veinte tachos de iluminación, compró rifas, nos asesoró con un arquitecto y nos ha ayudado siempre", señaló Perla.Faltarían apenas unos días para inaugurar el Teatro Municipal y recuperar ese espacio vacío que dejó la insólita demolición del Teatro Español, el centro de actividad escénica por excelencia, donde los tresarroyenses tomaban contacto con grandes figuras de la música, la actuación y la cultura. Restaría apenas un tiempo para que se levante definitivamente el telón y se libre la magia del teatro, esa que conjuga acción y espacio, que pone de relieve lo que todos los hombres tienen en común: la risa, las lágrimas, la alegría, la tristeza, la felicidad, la angustia, aquello que es dominio del corazón. "Si estuviera la plata faltarían quince días para inaugurar definitivamente el Teatro Municipal", fue la expresión de deseo del productor teatral Carlos Rottemberg cuando visitó hace unas semanas las obras que se desarrollan en el ex Mercado Central. Mientras tanto, los espectáculos impulsados por la Comisión de Amigos, continuarán presentándose en el teatro de la gente. Aún sin telón, ni alfombras, ni butacas, el sueño que parecía eterno se encamina a una realidad definitiva. El aplauso es la señal inequívoca que el teatro vive y que mientras exista un espectador, la obra continuará.

(Nota publicada en el periódico El Periodista en el mes de octubre)

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