El cantautor nacido en ciudad de La Plata, pero que pasó la mayor parte de su vida caminando el mundo, volvió a Tres Arroyos luego de muchos años y recordó su infancia en nuestra zona, donde trabajaba como alambrador, y también las casitas de madera sobre la arena de Claromecó donde leyó sus primeros libros. De caminar lento, anteojos oscuros y apoyado en su bastón, se tomó un tiempo para conversar con LA VOZ DEL PUEBLO y disparó contra la sociedad actual y su descenso cultural. Afirma que la bailanta es volver a la selva. Sostiene que el individuo está por sobre la sociedad y afirma que esta crisis puede ser el escalón del cambio para una época mejor. Su casa es el mundo, el lugar donde esté, defiende a capa y espada la libertad de ser absoluto dueño de su vida y afirma que "si estás sometido a una mujer, a una familia mediocre, a un partido político, o un club de fútbol, estás jodido. Siempre serás un esclavo y un pobre tipo".
La vida de Facundo cambió a los 17 años, cuando descubrió a Jesús en El Sermón de la Montaña y desde allí -dice- todo fue diferente. Un autodidacta que hace de la palabra su mejor recurso para mantener viva la sana costumbre de pensar.
- Facundo, ¿de vuelta por Tres Arroyos?
-Yo tengo muchos recuerdos de este lugar. Por acá anduve cantando en 1960 o 61, luego volví algunas veces más. Este trabajo es como una lotería, algunas veces he cantado para 10 personas y otras en un estadio muy grande -Costa Sud-, en la época de Alfonsín. Yo conozco esta zona de pibe, por estos lugares alambré campos, cargue camiones, desde muy pibe, desde los diez años.
- ¿Qué recuerdos guarda de entonces?
- Yo me volvía loco por llegar a la ciudad, y hoy no sé cómo hacer para irme. Era mejor gente, no estaban todos los medios de comunicación que en general ayudan a envenenar. Hoy ves pura tontería en la televisión y en la radio. Hablan los que no tienen derecho a la palabra. Aquella era una linda época, había códigos. Yo estoy muy desilusionado con la sociedad, aunque a mí me ha ido bien, he recorrido el mundo. Por suerte sigo creyendo en el individuo, éste que puede construir un teatro y hacer otras cosas. Pero el individuo, no la sociedad. Eso era muy diferente, en aquellos tiempos ser decente era un capital, hoy es ser un imbécil.
- El "No soy de aquí, ni soy de allá", ¿finalmente se hizo realidad en Facundo Cabral?
- Yo me pasé casi toda mi vida fuera del país, recién ahora vuelvo de vez en cuando, debe ser también por la edad. He recorrido 165 países en 48 años de carrera. "No soy de aquí, ni soy de allá", primero fue un sueño. Cuando escribí esa canción hace cuarenta años, conocía de Perú para bajo, o sea seis o siete países. Luego he cantado desde en una Nochebuena en Belén, hasta en Hiroshima y en Nagasaki donde cayeron las bombas atómicas. En la última tregua de Vietnam, para los más pobres, para los peores, viví con toda la especie humana. De cualquier manera el lugar que elige Dios para que nazcas es por algo. Por ejemplo no me duele tanto el mundo que está desquiciado, pero eso más te jode en tu casa. Por eso cuando vengo llego con mucho fervor y me voy bastante desilusionado, por el enorme descenso cultural que ha habido.
- En esto de tanto andar caminos, ¿cuál es su hogar?
- El lugar donde te encuentres, donde te lleve Dios. Hoy estoy acá -en Tres Arroyos- y es el mejor lugar del mundo, mañana será Bahía Blanca, donde estés... estás con vos. Ahora si estás sometido a una mujer, a una familia mediocre, a un partido político, o un club de fútbol, estás jodido. Siempre serás un esclavo y un pobre tipo. Cuando uno es dueño de su vida, donde está... es su lugar. No hay propiedad, porque el único dueño de todo es Dios, incluso de estos pensamientos, porque yo pienso con neuronas que no hice y siento con un corazón que no es obra mía.
- ¿Qué se siente a esta altura de la vida... cansancio, desilusión o esperanza?
- Hay dos cosas, intelectualmente siento cansancio. Físicamente estoy agotado, voy para los 72 años y la salud mía es más que endeble. Pero espiritualmente no estoy cansado, si me olvido del intelecto y me distraigo de mi esqueleto, siempre soy un niño curioso para el universo. El espíritu no tiene edad, andá a saber de dónde viene el que está ahora dentro de uno y a dónde va a ir. Intelectualmente siento cansancio, porque si hago un balance, un resumen social veo que ganaron los peores, en toda disciplina. Si lográs esquivar esa mayoría en general indolente, podés vivir con algunos individuos. Yo tuve la suerte de ser amigo de Borges y el decía que "lo que importa es la amistad de unos pocos". Vivís con algunos autores, amigos con los que podés compartir fervores, pero después el resto de mi día es difícil, muy difícil encontrar con quién compartir. Por ejemplo aparece la gente que viene a escucharte, que tiene fervores similares".
- Entonces... ¿queda esperanza?
- Lo que te ilusiona es la crisis. Para los griegos crisis significaba cambio, entonces es posible que esta gran crisis, sea el escalón para un gran cambio, porque de esta manera la sociedad no sobrevive mucho tiempo. No digo sueños, porque a esta edad soñar... Ya está, lo que tenía que darse ya se dio. En la jerga del fútbol esto es tiempo de descuento y no sabés cuánto van a agregar. Es decir lo mío ya está terminado, te seguís moviendo con la inercia de tantos años de caminar, pero ¿qué novedad puede haber a esta edad? Tampoco importa, pero sí que sea bueno. Hay milongas, zambas, vidalitas o cifras de Yupanqui que tienen 60 años y me siguen impactando más que lo último de la bailanta, que no me interesa en absoluto, es una regresión peligrosísima, es volver a la selva.
- Usted recorrió muchos caminos y en ese andar pudo conocer gente muy valiosa, por ejemplo a la Madre Teresa de Calcuta...
- Fui muy amigo, trabajé mucho con ella. Creo que el mejor acto de caridad es hacer de uno un ser humano pleno. Pero Teresa te contagiaba ese fervor del servicio para con cualquiera, no preguntaba. Fue una gran experiencia, creo que no lo volvería a hacer sin ella. Fue la primera cristiana, como dicen los mejicanos "de a de veras", que conocí. Los demás... van al templo el domingo, no son cristianos, la misma Iglesia no tiene nada que ver con Jesús. Ella era una mujer extraordinaria, pero también conocí a otros grandes como Indira Gandhi, Golda Meyer que fue mi primera amiga en Israel por los años 70. Por aquí a Jorge Luis Borges, en Méjico a Octavio Paz. Yo salí a conocer gente y no a que el mundo me conozca y tuve bastante suerte.
- ¿Esta forma de pensar se fue construyendo con el tiempo o hay algún hecho en su vida que produjo el quiebre?
- Eso lo sabe Dios, El escribió el libro, uno a lo sumo hace un pequeño guión. Lo que me marcó al principio fue el hambre, lo mío primero fue físico ya que pase una miseria espantosa en mi niñez, también la soledad, el desprecio de la gente. Recuerdo que andaba por los pueblos y cambiaban de vereda, a lugares que luego con los años ibas a cantar y te aplaudían o te daban la llave de la ciudad. Segundo, me salvé de la escuela, esto siempre lo digo con orgullo. Me enseñó a leer un jesuita, que son los cristianos más abiertos intelectualmente. La escuela empareja para abajo, baja a los que tienen una cabeza mejor y te da una educación general, la educación debe ser personalizada, yo tuve esa suerte. También los libros, los kilómetros caminados en el mundo. Pero sí hubo una inflexión grande en mi vida por los 17 años, cuando por un vagabundo conocí el primer programa de vida que tuve "El Sermón de la Montaña". Allí fue cuando apareció Jesús en mi vida -yo no soy de ninguna secta, hablo de El como individuo, como Maestro- cambió todo. Yo no soy lo que se dice un religioso, lo mío es muy ecuménico, he aprendido mucho los musulmanes, los hinduistas, de los gnósticos, de los ateos, el maestro está en cualquier lado.
- ¿La libertad sigue siendo el mejor capital del hombre?
- Y... si no... no es hombre. Yo nunca pude ser de un solo equipo, ni de una sola mujer, el mundo es diverso y por eso es tan excitante. La diferencia que tenemos con los animales no es solamente que podemos elegir y pensar, sino el hecho de decidir ser independiente. Hay especies de animales que no pueden sobrevivir de a uno, trabajan en comunidad, pero en el hombre la libertad es todo. Yo cuando he tenido que elegir entre la libertad y el aparente amor, ya que la pareja no es todo en el amor, es solo una parte muy chiquita, siempre elegí la libertad. Yo estoy desposado con la libertad, es mi hembra, porque te posibilita decidir a cada paso. Tampoco podría haber arte sin libertad.
La vida de Facundo cambió a los 17 años, cuando descubrió a Jesús en El Sermón de la Montaña y desde allí -dice- todo fue diferente. Un autodidacta que hace de la palabra su mejor recurso para mantener viva la sana costumbre de pensar.
- Facundo, ¿de vuelta por Tres Arroyos?
-Yo tengo muchos recuerdos de este lugar. Por acá anduve cantando en 1960 o 61, luego volví algunas veces más. Este trabajo es como una lotería, algunas veces he cantado para 10 personas y otras en un estadio muy grande -Costa Sud-, en la época de Alfonsín. Yo conozco esta zona de pibe, por estos lugares alambré campos, cargue camiones, desde muy pibe, desde los diez años.
- ¿Qué recuerdos guarda de entonces?
- Yo me volvía loco por llegar a la ciudad, y hoy no sé cómo hacer para irme. Era mejor gente, no estaban todos los medios de comunicación que en general ayudan a envenenar. Hoy ves pura tontería en la televisión y en la radio. Hablan los que no tienen derecho a la palabra. Aquella era una linda época, había códigos. Yo estoy muy desilusionado con la sociedad, aunque a mí me ha ido bien, he recorrido el mundo. Por suerte sigo creyendo en el individuo, éste que puede construir un teatro y hacer otras cosas. Pero el individuo, no la sociedad. Eso era muy diferente, en aquellos tiempos ser decente era un capital, hoy es ser un imbécil.
- El "No soy de aquí, ni soy de allá", ¿finalmente se hizo realidad en Facundo Cabral?
- Yo me pasé casi toda mi vida fuera del país, recién ahora vuelvo de vez en cuando, debe ser también por la edad. He recorrido 165 países en 48 años de carrera. "No soy de aquí, ni soy de allá", primero fue un sueño. Cuando escribí esa canción hace cuarenta años, conocía de Perú para bajo, o sea seis o siete países. Luego he cantado desde en una Nochebuena en Belén, hasta en Hiroshima y en Nagasaki donde cayeron las bombas atómicas. En la última tregua de Vietnam, para los más pobres, para los peores, viví con toda la especie humana. De cualquier manera el lugar que elige Dios para que nazcas es por algo. Por ejemplo no me duele tanto el mundo que está desquiciado, pero eso más te jode en tu casa. Por eso cuando vengo llego con mucho fervor y me voy bastante desilusionado, por el enorme descenso cultural que ha habido.
- En esto de tanto andar caminos, ¿cuál es su hogar?
- El lugar donde te encuentres, donde te lleve Dios. Hoy estoy acá -en Tres Arroyos- y es el mejor lugar del mundo, mañana será Bahía Blanca, donde estés... estás con vos. Ahora si estás sometido a una mujer, a una familia mediocre, a un partido político, o un club de fútbol, estás jodido. Siempre serás un esclavo y un pobre tipo. Cuando uno es dueño de su vida, donde está... es su lugar. No hay propiedad, porque el único dueño de todo es Dios, incluso de estos pensamientos, porque yo pienso con neuronas que no hice y siento con un corazón que no es obra mía.
- ¿Qué se siente a esta altura de la vida... cansancio, desilusión o esperanza?
- Hay dos cosas, intelectualmente siento cansancio. Físicamente estoy agotado, voy para los 72 años y la salud mía es más que endeble. Pero espiritualmente no estoy cansado, si me olvido del intelecto y me distraigo de mi esqueleto, siempre soy un niño curioso para el universo. El espíritu no tiene edad, andá a saber de dónde viene el que está ahora dentro de uno y a dónde va a ir. Intelectualmente siento cansancio, porque si hago un balance, un resumen social veo que ganaron los peores, en toda disciplina. Si lográs esquivar esa mayoría en general indolente, podés vivir con algunos individuos. Yo tuve la suerte de ser amigo de Borges y el decía que "lo que importa es la amistad de unos pocos". Vivís con algunos autores, amigos con los que podés compartir fervores, pero después el resto de mi día es difícil, muy difícil encontrar con quién compartir. Por ejemplo aparece la gente que viene a escucharte, que tiene fervores similares".
- Entonces... ¿queda esperanza?
- Lo que te ilusiona es la crisis. Para los griegos crisis significaba cambio, entonces es posible que esta gran crisis, sea el escalón para un gran cambio, porque de esta manera la sociedad no sobrevive mucho tiempo. No digo sueños, porque a esta edad soñar... Ya está, lo que tenía que darse ya se dio. En la jerga del fútbol esto es tiempo de descuento y no sabés cuánto van a agregar. Es decir lo mío ya está terminado, te seguís moviendo con la inercia de tantos años de caminar, pero ¿qué novedad puede haber a esta edad? Tampoco importa, pero sí que sea bueno. Hay milongas, zambas, vidalitas o cifras de Yupanqui que tienen 60 años y me siguen impactando más que lo último de la bailanta, que no me interesa en absoluto, es una regresión peligrosísima, es volver a la selva.
- Usted recorrió muchos caminos y en ese andar pudo conocer gente muy valiosa, por ejemplo a la Madre Teresa de Calcuta...
- Fui muy amigo, trabajé mucho con ella. Creo que el mejor acto de caridad es hacer de uno un ser humano pleno. Pero Teresa te contagiaba ese fervor del servicio para con cualquiera, no preguntaba. Fue una gran experiencia, creo que no lo volvería a hacer sin ella. Fue la primera cristiana, como dicen los mejicanos "de a de veras", que conocí. Los demás... van al templo el domingo, no son cristianos, la misma Iglesia no tiene nada que ver con Jesús. Ella era una mujer extraordinaria, pero también conocí a otros grandes como Indira Gandhi, Golda Meyer que fue mi primera amiga en Israel por los años 70. Por aquí a Jorge Luis Borges, en Méjico a Octavio Paz. Yo salí a conocer gente y no a que el mundo me conozca y tuve bastante suerte.
- ¿Esta forma de pensar se fue construyendo con el tiempo o hay algún hecho en su vida que produjo el quiebre?
- Eso lo sabe Dios, El escribió el libro, uno a lo sumo hace un pequeño guión. Lo que me marcó al principio fue el hambre, lo mío primero fue físico ya que pase una miseria espantosa en mi niñez, también la soledad, el desprecio de la gente. Recuerdo que andaba por los pueblos y cambiaban de vereda, a lugares que luego con los años ibas a cantar y te aplaudían o te daban la llave de la ciudad. Segundo, me salvé de la escuela, esto siempre lo digo con orgullo. Me enseñó a leer un jesuita, que son los cristianos más abiertos intelectualmente. La escuela empareja para abajo, baja a los que tienen una cabeza mejor y te da una educación general, la educación debe ser personalizada, yo tuve esa suerte. También los libros, los kilómetros caminados en el mundo. Pero sí hubo una inflexión grande en mi vida por los 17 años, cuando por un vagabundo conocí el primer programa de vida que tuve "El Sermón de la Montaña". Allí fue cuando apareció Jesús en mi vida -yo no soy de ninguna secta, hablo de El como individuo, como Maestro- cambió todo. Yo no soy lo que se dice un religioso, lo mío es muy ecuménico, he aprendido mucho los musulmanes, los hinduistas, de los gnósticos, de los ateos, el maestro está en cualquier lado.
- ¿La libertad sigue siendo el mejor capital del hombre?
- Y... si no... no es hombre. Yo nunca pude ser de un solo equipo, ni de una sola mujer, el mundo es diverso y por eso es tan excitante. La diferencia que tenemos con los animales no es solamente que podemos elegir y pensar, sino el hecho de decidir ser independiente. Hay especies de animales que no pueden sobrevivir de a uno, trabajan en comunidad, pero en el hombre la libertad es todo. Yo cuando he tenido que elegir entre la libertad y el aparente amor, ya que la pareja no es todo en el amor, es solo una parte muy chiquita, siempre elegí la libertad. Yo estoy desposado con la libertad, es mi hembra, porque te posibilita decidir a cada paso. Tampoco podría haber arte sin libertad.
FUENTE: LA VOZ DEL PUEBLO
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