sábado, noviembre 29, 2008

Las Niñas Patriotas: 11 de diciembre


Hace más de 14 años un grupo de personas se reunió para hacer un espectaculo a beneficio de lo que iba a ser el Teatro Municipal.- Parte de ese improvisado elenco se apresta ahora para presentarse en el escenario de ese teatro.- La idea es hacerlo el 11 de diciembre del corriente año, a manera de fiesta de fin de curso con el titulo de Las Niñas patriotas.- Integran el grupo Maria Ester Rifé, Lia Pili de Duca, Marta Lusi, Cristina Armendariz, Ana Ma.Menna, Alicia Etchegoyen, Paula Loydi, Santiago Rossoti, Cristina Campaña, Veronica Rendo, Marina Villanueva.- Las entradas serán numeradas al costo de $20.- Un lindo rato para reirse todos juntos.-

sábado, noviembre 08, 2008

Rody Herrero a puro tango en el Teatro Municipal


El intérprete de tango, Rody Herrero se presentará en el Teatro Municipal el 20 de noviembre a las 21 horas. El intérprete, nació en Cadret, partido de Carlos Casares aunque hace muchos años se radicó definitivamente en Tres Arroyos. Ha integrado numerosos grupos vocales como: Grupo Vocal del Conservatorio Provincial de Música, Grupo Vocal Raíces, Grupo Vocal Dodici Camara. Y actualmente integra el Grupo Vocal de Cámara de la Municipalidad de Tres Arroyos. Desde el año 2007 realiza presentaciones en vivo como interprete solista de tangos. En la actualidad se encuentra abocado a la realización de su primer trabajo discográfico. Las entradas están a la venta en el Teatro Municipal.

viernes, noviembre 07, 2008

Inchausti, exaltación del arte del violín

Un hecho de notoria significación acaba de producirse en la temporada musical de Buenos Aires. Por vez primera, un violinista argentino ofreció la versión completa de los 24 Caprichos que Paganini compuso para violín solo (que el célebre violinista dedicó orgullosamente "a los artistas"). Después de escuchar a Xavier Inchausti, no cabe ninguna duda que posee alma de artista, y que ella felizmente acompaña la necesaria dosis de osadía que todo joven talentoso debe poseer para afrontar pruebas de fuego como ésta, destinadas a un gran artista o para quien está con certeza en vías de serlo.

Si se tiene en cuenta que Inchausti tiene 17 años de edad y que ha dado ya numerosas pruebas de su talento en nuestro país, estos Caprichos op. 1 que acaba de tocar, con el grado sumo de exposición que ello implica, constituyen inequívocamente el paso inicial que lo proyectará hacia una "octava superior" en su carrera. El equilibrio y aplomo en la coordinación motora con los que Inchausti abordó sin esfuerzo aparente, y con absoluta seguridad, los innumerables escollos de estas veinticuatro piezas de orfebrería violínística -dificultades que según las crónicas de la época los colegas del artista consideraban desdeñosamente "intocables"-, dieron en forma patente a la vasta platea que siguió al joven artista con entusiasmada atención una idea concreta de la genialidad técnica y musical de Paganini.

Inchausti ejerce un contralor total de todos sus movimientos; domina la ecuación exacta entre la acción de su arco, con milimétrica precisión en los golpes del staccato y el spiccato , así como en la calidad de su sonido (y su vibrato), y el juego de su mano izquierda sobre las cuerdas -con la complejidad introducida por Paganini al respecto-, sumando a ello la proverbial extensión y los originales desplazamientos que empleó por vez primera en la ejecución del violín. Todo ello se fue tornando evidente a partir del acorde inicial -de ardua dificultad-, del primer Capricho ; el grado de independencia del arco en la limpia ejecución de los saltos en el segundo Capricho en Si menor ; o a la inversa, el golpe de arco empleado en el tercero con una bella melodía en legato , y aun el abordaje de las octavas seguidas de un trino; o en la sucesión de notas punteadas como sucede en el quinto Capricho ( agitato ) que se desplazan velozmente hasta el puente; o, asimismo, en la ejecución de las dobles cuerdas en rápida sucesión que se verían en algunos de los restantes.

Revolucionaria

Es indudable que sólo una correcta automatización de la mano izquierda sobre las cuerdas ha garantizado la memoria sin fisuras que posee Inchausti para abordar una obra revolucionaria por sus innovaciones en la técnica violinística como son los 24 Caprichos . Entre ellas, considerada entre las páginas más originales que se han escrito para el violín, figura el Capricho N° 16 , pieza que une una rara belleza a la más exquisita dificultad, en la cual se deben lograr los efectos más sutiles del matiz, desafiando las leyes de la dinámica sonora, con pasajes de notas ligadas entre los que inserta otras que llegan rápidamente al registro agudo. De todo ello, y varios aspectos más, cabe deducir que muy bien aprovechadas fueron las enseñanzas que el eminente Schomo Mintz impartió a Inchausti, uno de los jóvenes violinistas elegidos para el master-course que impartió en Israel, al cual gracias al apoyo de Amijai y de otras instituciones pudo asistir el joven y talentoso Inchausti. Los resultados están a la vista.

Héctor Coda (La Nación)

jueves, noviembre 06, 2008

sábado, noviembre 01, 2008

Dos pasajeros de un viaje introspectivo



El hombre inesperado es el nombre del nuevo texto de Yasmina Reza, la autora de Art y Tres versiones de la vida (todas puestas que en estos momentos están en cartel, pero en Mar el Plata), que se conoce en Buenos Aires. En esta oportunidad, la talentosa autora reúne a dos personajes que se conocen casualmente en el compartimento de un tren que va de París a Francfort. En ese mínimo espacio, se encuentran un conocido autor y una de sus más apasionadas lectoras, que sigue sus pasos como si fueran su propia y complementaria hoja de ruta.

Al verlo, tanto será su asombro, que durante la mayor parte del viaje se lo pasa pensando cómo romper el hielo. Pero él está en otro viaje, un viaje mucho más introspectivo, y le llevará su tiempo incorporarla. En ese mientras tanto, ella hace un recorrido mental por sus amores, por su vida, por ciertas dolorosas despedidas que no cierran y por varios paisajes de los libros de quien está frente a ella observando otros paisajes. El, el señor Parsky, posee un registro evocativo mucho más cáustico, irónico y bordeando siempre la melancolía. Recién al final se romperá el silencio con uno de los textos más vibrantes de toda la obra que la noche de estreno se ganó un merecido aplauso a telón abierto.

Con esas simples líneas de pensamientos casi sueltos, la autora se las ingenia para pintar intensamente a cada uno de estos seres. El texto, al estar construido con pequeñas historias, posee un tenue crecimiento dramático. Y hasta puede suceder que el tan esperado cruce de palabras tarde demasiado en llegar. Sin embargo, muchos de esos textos poseen una potencia tal que terminan conmocionando.

Dueto actoral

La puesta de Luis Romero está centrada en el juego actoral que toma vida en un mínimo compartimento de tren que -cosas del teatro (y fundamentalmente, del teatro comercial)- se ve forzado en su perspectiva con tal de asegurar la visión de toda la platea.

Enfrentados en sus butacas, allí transcurre la mayor parte de la acción aunque se producen algunos innecesarios desplazamientos por fuera de ese espacio que desconciertan un tanto. La escenografía de Marcelo Valiente, con su minuciosa reproducción, se complementa con unas sugestivas proyecciones, con la iluminación de Gastón Díez y con el vestuario de Mercedes Colombo. En el todo se construyen imágenes casi del orden cinematográficas de una notable fuerza poética.

Apelando a los mínimos desplazamientos, tanto Betiana Blum como Luis Brandoni bucean con intensidad en las evocaciones de sus personajes, sus mundos interiores y sus fantasías. Por allí corre la apuesta de Yasmina Reza y tanto desde la dirección como desde la actuación no se hace más que ser fiel a esa consigna. En esa línea, Betiana Blum tiene momentos brillantes. "Para haberme acercado tanto a usted, como siento que lo hice, primero tuve que alcanzar la edad que tengo y tuve que vivir y comprender todo del modo en que lo hice. Para ser capaz de seguirlo por su camino de un aparente exceso yo he debido ejercitarme toda mi vida", dice ella, y su cuerpo todo vibra, todo en ella son años de vida, excesos, sensualidad y entrega.

Frente a su trabajo, Luis Brandoni, se ve un tanto opacado. Puede ser que las historias que él evoca tengan menos crecimiento dramático, que todavía no haya encontrado las fibras más íntimas de su personaje o que -como sucedió en la primera función- al todavía no manejar con solvencia la letra su interpretación parece no haber madurado lo suficiente. Claro que, tratándose de un actor como Brandoni, es fácil imaginar que eso se revertirá.

De todos modos, vale subirse a ese tren en el cual dos seres -inesperadamente- se buscan, se evaden, se ignoran, se desconocen y se desean como si estuvieran haciendo realidad sus sueños.

Alejandro Cruz
(LA NACION)